lunes, 2 de agosto de 2010

EL REINO DE DIOS Y LA IGLESIA

Continuación del tema El Reino de Dios:

Cincuenta días después de la resurrección de Jesús, en Pentecostés, se cumplió la promesa que él había hecho a sus discípulos de que enviaría un consolador, un “paracletos”. El Espíritu Santo bautizó a los fieles congregados en el “aposento alto”, dando con ello lugar al nacimiento de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

En ese histórico instante se manifiesta una vez más, la forma como Dios actúa desde que decidió crear al hombre. Utilizar al hombre, su imagen, como medio de gracia, e instrumento para realizar sus planes sobre la Tierra.

Como mencionamos anteriormente, Dios llamó a una diversidad de personajes para cumplir su Plan, respecto de la venida del Mesías. Comenzando con Abraham, hasta José y María, sus descendientes por la línea de David. Todo con el objeto de establecer el Reino de Dios.

Es más, en este mismo orden de ideas, para materializar el plan de salvación, el Hijo se hace Hombre, y como cordero, morir para redención de la humanidad.

Jesús realizó un ministerio de tres años, durante el mismo llamó a un grupo de discípulos a quienes constituyó como sus apóstoles; igualmente modelo el estilo de acción de sus seguidores. Una lectura de los evangelios muestra a Jesús en tres acciones básicas, proclamando el evangelio del reino, enseñando, y sanando. Al partir hacia los cielos, comisionó a sus seguidores a darle continuidad a esa acción a favor de la humanidad.

Lucas, en el prólogo del libro de Hechos expresa:

1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;
3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

Lucas enfatiza que en su evangelio escribe lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar, dándonos esto la idea de que habrá una continuidad a aquellas cosas. Añade que Jesús dio instrucciones a través del Espíritu Santo; y señala que Jesús hizo énfasis en el reino de Dios. Tales expresiones nos dan a entender que la Iglesia es comisionada por Jesucristo mismo para proclama su evangelio, y extender el Reino de los Cielos.

Tal como diversas parábolas sobre el reino, enseñadas por Jesucristo, ese día de Pentecostés se inició un movimiento que en breve abarcaría a todo el mundo.

Observemos un hecho muy significativo: El reino de los cielos, establecido por Jesús durante su ministerio terrenal, y extendido por la Iglesia, nos presenta un desafío.

Veámoslo de este modo. La Iglesia comenzó a extender el Reino, durante la vigencia de otro reino, el Imperio Romano. Es decir, los apóstoles y la Iglesia naciente en general, se desenvolvían en dos esferas, dos mundos simultáneamente: Por un lado su pertenencia al Reino de Dios, y su disposición a someterse al mismo; por el otro el Imperio Romano, que igualmente demandaba obediencia.

¿Como resolvieron los apóstoles este conflicto de intereses? Se sometieron al Imperio Romano en todo aquello que no implicaba una desobediencia a Dios. Las palabras de Pedro son paradigma en este sentido, leamos la nota escrita por Lucas en Hechos 4:

18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.
19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;
20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.

Es cierto que estas palabras fueron expresadas ante las autoridades judaicas, más fue la actitud constante de los Apóstoles cuando se les confrontaba a obedecer la autoridad humana en aquello que era contrario a lo establecido en el Reino de los Cielos.

En Romanos 13, hay una interesante enseñanza:

1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.
3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;
4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.
6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.
7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.
8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.

Observe que Pablo no dice que se sometan al Imperio Romano explícitamente, implícitamente se puede asumir, más el énfasis esta en la autoridad. Como usted puede imaginar hay diversas autoridades establecidas por Dios, los padres, en el hogar; los pastores y ministros en general, en la iglesia; la Iglesia a Jesucristo; los magistrados, legisladores y gobernantes de la naciones; todos sujetos a la autoridad suprema del Rey.

Es decir, los creyentes nos movemos bajo una línea de autoridad. Desobedecer la autoridad es contravenir los planes de Dios. Más hay que someterse a una autoridad “sometida a Dios”.

Es que existe otra línea de autoridad que se opone a la autoridad superior, esto se ha visto desde el Huerto del Edén.

Ahora la Iglesia no esta llamada a entrar en controversia con los reyes humanos, que son establecidos por Dios; aunque a veces son instrumentos del “enemigo”. Eso queda claro en lo expresado por Pablo en Efesios 6:11 y 12:

11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Pablo estaba claro en que el Imperio Romano, en su oposición al evangelio de Jesucristo y a la extensión del Reino de los Cielos, era un instrumento satánico. En virtud de lo cual, el enemigo a vencer es Satanás y sus huestes de maldad. Ahora, la victoria es de Jesucristo; a los cristianos se les recomienda “vestirse” con la armadura de Dios, para poder permanecer “firmes”.

Hubo diez grandes persecuciones romanas contra el Cristianismo, denominadas generalmente con el nombre de los emperadores que las decretaron: las de Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano.

Puesto que el cristianismo era considerado ilegal en el imperio, los cristianos debían ocultarse. Sus reuniones eran secretas y son famosas las catacumbas de la ciudad de Roma, donde se dice que los cristianos se reunían, aunque según los testimonios cristianos conservados, las catacumbas no eran el medio más utilizado para esconderse, ya que la mayor parte de las reuniones de culto, se hacía secretamente en las mismas casas de los fieles. Para identificarse habrían utilizado símbolos que a ojos romanos no fueran evidentes, como el símbolo del Pez (Ichthys, o IXΘΥΣ en griego), acrónimo que significaba para ellos Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor.

Durante este tiempo de dura persecución, la Iglesia no enfrentó políticamente al Imperio. Su acción estuvo orientada en la proclamación de Jesucristo, para extender el reino de los Cielos.

En este sentido escribe Pablo a los corintios en su segunda carta, capítulo diez, versos 3 al 6:

3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
6 y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Es cierto que estas palabras se refieren a la actitud asumida por Pablo ante algunos que lo acusaban de andar “según la carne”. Más representa la manera como los cristianos en general enfrentaron la persecución.

Cada vez que un ciudadano romano, o de otra nacionalidad, recibía a Jesucristo, entraba a pertenecer al Reino de Cristo; se sometía a “la obediencia a Cristo”. Hasta que el mismo emperador, Constantino, abrazó el cristianismo, debido a lo cual cesó la persecución, y la fe llegó al Palacio de Roma. Este hecho trajo como consecuencia la decadencia del cristianismo.

Constantino I el Grande (27 de febrero de 272 a 22 de mayo de 337) fue Emperador de los romanos, desde su proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte.

Legalizó a la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313, Constantino es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía), llamándola «Nueva Roma» o Constantinopla (Constantini-polis; la ciudad de Constantino). Convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte, tras un largo catecumenado.

Como podemos apreciar, el énfasis de los primeros cristianos, fue centrado en proclamar a Jesucristo. Pablo lo expresa en 1 Corintios 1:22 al 24:

22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.

Como podemos apreciar por la Historia del Cristianismo, hubo mucha oposición a la Fe; más los apóstoles, así como los cristianos en general enfocaron su defensa en proclamar, y enseñar, a Jesucristo y la sana doctrina.

Ante la oposición de los judíos, de los judaizantes, de los filósofos griegos, de los gnósticos, nicolitas; y de la feroz persecución del Imperio dominante, la Iglesia presentó como estandarte, a Jesucristo.

Tal fue la recomendación de Pablo al joven Timoteo en su Segunda carta 4: 1 al 5:

1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,
4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.

Por otra parte, el mismo Pablo aconseja a Timoteo, en la Segunda carta 2:1 al 4:

1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Es claro que “los reyes” y quienes están en “eminencia” son personas que necesita conocer a Jesucristo, como cualquier hombre. Ellos son parte de nuestra responsabilidad, como Iglesia de Jesucristo. Constituyen ese conjunto de personas de las cuales Jesús dijo que venia a buscar.

Hay otro aspecto interesante, respecto del surgimiento de movimientos y gobiernos humanos. La Biblia enseña que hay situaciones que son permitidas por Dios en su soberanía; hay otras que son expresamente determinadas por su voluntad.

Observemos algunos casos.

David es elegido Rey de Israel, por voluntad de Dios. 1 Samuel 16:1; 11 al 13:

1 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey…
11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

Igualmente desecha y destrona reyes, por su voluntad, tal como sucedió a Joacim, según 2 Reyes 24: 1 al 3:

1 En su tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia, Joacim vino a ser su siervo por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él.
2 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas.
3 Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo;

En oportunidades, Dios tiene formas extrañas para hace justicia social, tal y como ocurrió en los días del rey Sedequias, a quien Nabucodonosor derrotó, le sacó los ojos y llevó cautivo a Babilonia; según el relato de 2 Reyes 25; por voluntad de Dios. El versículo 12, de 2 Reyes 25 es interesante:

12 Más de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.

Igualmente Dios ejerce autoridad y poder sobre todos los reinos, dominios y gobiernos humanos; tal es el caso de Nabucodonosor. Daniel 2:37 y 38, así lo declara:

37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.
38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.

Es evidente que lo reinos humanos, de cualquier naturaleza, están bajo la potestad del Rey Supremo Dios, sea porque Él los designa directamente, conforme a sus propósitos; o porque los permite, para el desarrollo normal de las naciones.

CONCLUSION
Dios, por intermedio de Jesucristo, en la actualidad ejerce autoridad y dominio sobre todos los pueblos, naciones, demonios, reinos; sean de naturaleza humana o espiritual.

El ámbito de su autoridad es en el Cielo y en la Tierra: “Toda potestad me ha sido dada en el Cielo y en la Tierra”.

Hay un reinado de las tinieblas, ejercido por Satanás y sus huestes de maldad, cuya misión es oponerse a los planes de Restaurar al hombre y a la totalidad de la Creación. Jesucristo venció a ese maligno y sus seguidores. Su segunda venida determinará el triunfo definitivo sobre este poder maligno, y las consecuencias por su desobediencia, el eterno castigo.

A la Iglesia le corresponde Proclamar el Evangelio de Jesucristo, y extender el Reino de los Cielos.

A cada cristiano le corresponde ser testigo de Jesucristo, con el poder del Espíritu Santo.

En la actualidad hay pueblos que no conocen de Jesucristo, que aun no les ha llegado la Buena Noticia. Se trata de los países islámicos; y de grandes naciones como la India, la China, y muchas naciones del continente africano, todos bajo la influencia de religiones paganas.

En nuestro país, Venezuela, hay desafíos a la fe importantes: ascendencia del ocultismo, y de las religiones orientales; renacimiento del gnosticismo; pobreza; uso del narcotráfico como estrategia política, socioeconómica, o de la delincuencia común; deterioro de la familia, especialmente de la pareja; cristianismo nominal, sin compromiso militante de la Iglesia evangélica; intento de renacimiento del sacro imperio romano, por parte de la Iglesia Católica, quien siempre ha auspiciado un concubinato Iglesia-Estado. El intento de Concordato, y el Modus Vivendi acordado, con sus prerrogativas. Cuando este imperio religioso pierde poder, y deja de obtener beneficios para sus fines, entra en conflicto. Ocurrió en la Alemania nazi, y en todo gobierno que no le rinda beneficios.

El actual régimen, que intenta resucitar el fósil del comunismo, es herencia tanto del fracaso de las políticas de los partidos políticos venezolanos; tanto como de la débil influencia del Cristianismo para transformar al venezolano. El 90% de la población venezolana; si es que acaso hay 10% de cristianos militantes, esperan la manifestación de los hijos de Dios.

El Reino iniciado por Jesucristo se extenderá en el corazón de los hombres, y un día será consumado en su Segunda Venida.

Jesús entregará el reino al Padre.

Permanecen vigentes las palabras de Jesús:

7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

BIBLIOGRAFIA
Connor. La fe del Nuevo Testamento
Ross, Hugh. Razones para Creer
Biblia versión RV 60

1 comentario:

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